¿Quién necesita capacidad de evaluación? Años atrás, la respuesta a esta pregunta habría sido “la comunidad de donantes”. Pero esta situación varió drásticamente en los dos últimos años. Muchos otros países están organizando oficinas de evaluación como parte de sus propios sistemas, ya que su población –desde las autoridades hasta los ciudadanos– desea saber hasta qué punto funcionan las políticas y los programas, sin importan si son financiados por un donante externo o con ingresos públicos.

Esta tendencia se hizo evidente en el Cuarto Foro Mundial de los Centros Regionales para el Aprendizaje en Evaluación y Resultados de la Initiativa CLEAR, realizado en la Ciudad de México, donde tuve el privilegio de conocer a dirigentes de todo el mundo e intercambiar con ellos ideas acerca de su meta de integrar la evaluación en los sistemas de gestión de la prestación y el financiamiento de los servicios del sector público, entre otros elementos. Ello demuestra que los Gobiernos reconocen la importancia de la evidencia y de una mayor comprensión de los procesos de desarrollo. Al contar con capacidad de evaluación, los países pueden adoptar decisiones mejor fundamentadas –incluso, asumir riesgos calculados– sobre la administración del sector público en su conjunto y las finanzas estatales en particular. La evaluación contribuye a que los países se identifiquen más con los procesos de desarrollo, lleven adelante un gobierno responsable y tomen oportunamente medidas correctivas cuando las políticas, los programas o las instituciones no funcionen de manera óptima.

En la creación de capacidad de evaluación cumplen un papel fundamental aquellos que promueven la evaluación y la identificación de los países con los procesos de desarrollo, y estos  pueden ser autoridades normativas que advierten el verdadero valor de la evidencia en la adopción de decisiones y evaluadores que actúan como interlocutores con autoridades encargadas de formular políticas y tomar decisiones en los países. Estos promotores se ocuparán de que la evaluación se centre en necesidades prioritarias y reciba la atención debida. También son esenciales para interactuar con los numerosos organismos que procuran crear capacidad de evaluación y detectar tanto los cuellos de botella como las necesidades de ayuda. Impulsan redes a las que recurren dirigentes con funciones importantes en el campo de la evaluación para debatir acerca de sus respectivos problemas y soluciones, y para incluir a sus pares de países que acaban de comenzar su travesía por el mundo de la capacidad de evaluación.

La creación de capacidad supone un proceso de diagnóstico impulsado por esos promotores nacionales, que deben estar en condiciones de acudir a otros dirigentes en situación similar y de la comunidad dedicada a la evaluación para que los ayuden a detectar necesidades de capacidad y determinar las deficiencias y las formas de subsanarlas, como ocurrió en la mesa redonda de países del sur celebrada en Johannesburgo, donde se reunieron líderes de Argentina, Benin, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Sudáfrica y Zambia.

La identificación de los dirigentes con la causa es decisiva para generar una visión compartida, metas y objetivos claros, y un plan de ejecución supervisado y adaptable. La implementación incluirá capacitación, asesoramiento de especialistas y otros elementos típicos, y, cada vez en mayor medida, un diálogo entre dirigentes que permita:

  • Generar condiciones propicias tanto para establecer el entorno normativo o de políticas como para determinar la demanda de evaluación,
     
  • Crear las instituciones pertinentes, lo que exige que los dirigentes comprendan a los clientes, desarrollen servicios, elaboren métodos y sistemas, y formen los recursos humanos, técnicos y financieros necesarios para prestar los servicios, y
     
  • Preparar a los recursos humanos, que necesitan aptitudes, conocimientos y redes de contacto para rendir al máximo.


En los últimos años, el número de actividades de desarrollo de la capacidad de evaluación tuvo un aumento significativo. Lo positivo es que esta mayor atención conlleva más recursos. El desafío es generar más y mejores sinergias entre esas actividades para que puedan producir colectivamente más de lo que las partes pueden producir en forma individual. Grupos tales como la Red de Evaluación del Desarrollo (i) del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) e iniciativas como CLEAR (i) o EvalPartners (i) convocan a los distintos interesados en torno a un objetivo común, lo que constituye un buen punto de partida.

¿De qué otra forma es posible respaldar estas actividades?

Fomentar condiciones favorables para la evaluación. Este propósito se puede lograr mediante el diálogo entre los evaluadores y las autoridades de alto nivel que  toman decisiones destinado a sensibilizar acerca de la importancia de las evidencias surgidas de las evaluaciones y aumentar su demanda. Al integrar la evaluación en los programas de gestión de las finanzas y el sector público, se daría un fuerte impulso a un entorno propicio que pida y utilice las conclusiones de evaluaciones cruciales.

Crear instituciones. Por ejemplo,  en lugar de incorporar las unidades de seguimiento y evaluación de los proyectos  en la estructura de gestión de estos, ellas podrían utilizarse como plataforma de desarrollo de la capacidad de evaluación institucional integrándolas en la administración pública. Situadas en ministerios sectoriales, estas unidades, al interactuar con las oficinas nacionales de estadística, formarían parte de un sistema institucional que genera datos de seguimiento y evaluación relativos a todas las inversiones públicas y no solo a los proyectos, y suministrarían información a los sistemas nacionales de estadística. Por otra parte, es importante incluir los datos que estas instituciones obtienen de sus evaluaciones en procesos específicos de adopción de decisiones, comprender claramente que las evidencias recogidas en las evaluaciones pueden y deben emplearse para fundamentar las decisiones, y elaborar una estrategia destinada a asegurar que los servicios de evaluación proporcionen la evidencia necesaria. Una red de instituciones garantizará que el sistema en su conjunto sea eficiente y esté articulado con los servicios nacionales de estadística.

Desarrollar aptitudes y conocimientos. Este tema concita gran atención, pero es abordado con medidas de corto plazo. Para satisfacer la demanda de evaluadores altamente calificados, una solución a largo plazo sería invertir en educación terciaria que incorpore la evaluación en facultades tales como la de administración pública, para quienes se dedicarán a la formulación o la ejecución de políticas y necesitan entender las evidencias surgidas de las evaluaciones y su uso en ambas actividades, así como en programas de posgrado que den a los evaluadores la preparación necesaria para realizar evaluaciones de buena calidad. Trabajar con un grupo de universidades importantes de países asociados y clientes en la creación de una red también ayudará a formular programas de estudios semejantes y normas profesionales, y contribuirá, en su momento, a la profesionalización de esta joven actividad.